miércoles, 9 de junio de 2010

EL PESO DEL ORGULLO

No puede decirse que carecemos en Almansa de voluntad de acción, no podemos negarnos esa ilusión por que los deseos se cumplan, y lo que nos proponemos se haga firme realidad, son muchos los años trabajando cada Semana Santa para que esta manifestación tenga la dignidad que a esta ciudad le corresponde por derecho, adquirido sobre todo en su fervor mariano, muchos años reviviendo el Encuentro con nuestra Patrona, y posteriormente con admiracion a la figura de Jesús del Calvario, y una renacida advocación a la Dolorosa y Medinacelli.
La pasada semana de pasión, ha tenido como de costumbre la tensión propia de la incertidumbre debido a la climatología, nunca sabemos si lloverá o dejará de hacerlo, por otra parte hemos vivido una acuciada duda, critica hasta ultima hora, respecto de la salida del Viernes Santo, pues en la antesala de la citada procesión cabía la posibilidad de no hallarse el numero suficiente de costaleros para la ejecución tradicional del evento. Pero con todo y con eso el balance final ha de ser mas que positivo, una vez mas la dignidad, sobriedad y austeridad presidieron las distintas estaciones penitenciales.
Pero si bien nada fue desvaratado, catastrófico e incluso ridículo, si cabe destacar el pequeño incidente acaecido en el desarrollo de la salida del Señor Crucificado Jesús de la Buena Muerte. A poco de iniciar su recorrido por las calles de Almansa en su itinerario habitual, ante mi espectador inusual y en la calle Nueva, por fuerza y causa mayor el trono bajo decisión discutida y ciertamente ardiente, sin descalificación alguna por parte de nadie, adelanta su regreso al templo.
Claro está que toda causa tiene un efecto, y si al entender bien las explicaciones que a titulo personal solicite por curiosidad únicamente, para intentar entender lo acontecido, no me equivoco, tal abandono se produjo por falta de hombres en el trono. Ya estaba así resuelta aquella duda primera del miércoles santo y que planteaba seriamente posibles modificaciones para el viernes. Y cuando hablo con esas gentes de Almansa y me preguntan que ha ocurrido, les sugiero que se hagan varias preguntas; ¿ como en la experiencia del Sr Capataz cabía pensar que, sin tener personal suficiente como se contrasto minutos antes del inicio, aquella temeridad, que pudo cobrarse incluso lesiones corporales, acabaria felizmente? pues ciertamente acabo bien, no hubo lesiones , ni partes de baja, ni heridos, antes de tiempo y eso si, afectando al orgullo tanto propio como ajeno, que no tardo en aflorar y exigir explicaciones. Y mas, ¿ quien debe decidir en estos casos, en que la voluntad, la fe, el calor de la hombría y el valor, a todas luces no pueden vencer al esfuerzo insuperable que suponia tal aventura, y que ha de entronizarse la razón como conducta lógica para evitar estos tropiezos? Pues el Hermano Mayor, responsable publico y privado en primera instancia. De su cordura debió nacer la orden, no la suplica, el decreto de no intentar tamaña locura que invitaba al desastre.
Y ahora ya sabemos el desenlace, un capataz cesado y unos costaleros abnegados, bajas en la Hermandad, y solo Dios sabe que mas, lo cierto es que, haber conocido posteriormente, las excusas del Hermano Mayor de Medinacelli, en las que se desentiende públicamente de los hechos derivando la responsabilidad hacia no se sabe donde, las perdidas en valor humano que supone no disponer de efectivos para las procesiones del año venidero y por supuesto hacer gala de todo aquello que intentamos desterrar de nuestras vidas en esos días de pasión, las descalificaciones, las criticas destructivas, la envidia, el protagonismo, la prepotencia, hacen que el verdadero asesino de la semana santa almanseña, sea EL PESO DEL ORGULLO.


EL AFILADOR NOCTURNO