sábado, 28 de marzo de 2009

PARROQUIAS Y COLABORADORES



DEL NIÑO DE BELEN AL CRISTO RESUCITADO


En la visita al país de Jesús siempre ocupa un lugar privilegiado la Basílica del Santo Sepulcro, y es que hay una razón clara: el sepulcro vacío que aquí se venera es la cuna de la fe cristiana. Una cueva y dentro un banco excavado en la fría roca sirvió de lecho al cuerpo desnudo y destrozado de la persona más discutida de la historia, pero también de la persona más querida; por ella millones de persona han entregado lo mejor de ellos, y en muchos casos la misma vida.

Otra cueva y otro banco excavado igualmente en la roca le había servido de cuna nada más nacer, pero allí hubo dos corazones vigilantes que sufrían y gozaban, y contemplaban a la tenue luz del candil, un rostro que ya desde su nacimiento infundía paz y esperanza. Aquella noche aunque no hubiera habido pajas en la cueva, el ambiente era de calor y afecto: dos corazones amaban con todas sus fuerzas. En esta cueva, en esta tumba, como en todas las tumbas, todo es soledad y tinieblas. Corrieron la losa, y tras unas palabras ahogados por la pena, y unos suspiros salidos del alma, surgió el silencio y la noche. Era el silencio de las no respuestas a muchas cosas, era la noche oscura que se hace interminable cuando no hay esperanza.




Pero al tercer día la esperanza renació. Y de las cenizas humeantes de una fe dudosa e insegura surgió la llama que iluminó la tierra. Cuando las mujeres vinieron el domingo a la tumba, para terminar de embalsamar el cuerpo del Maestro, interrumpida el viernes por la escasez de tiempo, a causa de la Pascua judía, se apercibieron que la losa había sido corrida y la tumba estaba vacía. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí ha resucitado.” Fueron las palabras que escucharon, mientras llenas de espanto observaban. Sintieron miedo, pero enseguida la paz y el sosiego vinieron a los corazones de aquellas personas que poseían un gran amor por el que había estado en la tumba.

Desde entonces la noticia no ha cesado de repetirse y celebrarse todos los años en el mundo cristiano. La oscuridad de las iglesias al inicio de la vigilia nos recuerda la oscuridad del sepulcro, y los tres gritos de “Luz de Cristo” es la afirmación constante de que el niño de Belén, muerto y sepultado vive para siempre. “Demos gracias a Dios” es la respuesta que da el pueblo cristiano. Damos gracias por la luz que venció la oscuridad; damos gracias porque la vida de la persona ha sido llenada de Amor para siempre; damos gracias porque la muerte no posee la última palabra; damos gracias porque hoy muchas personas sienten muy viva esa luz en sus corazones, y con sus vidas los testimonian y contagian: ¡Cristo vive! ¡Aleluya!

Este acontecimiento surgido de entre la entrañas de la tierra, pero surgido de la fuente y del amor de Dios mismo, como respuesta al niño de Belén, lo celebramos todos los domingos en la Eucaristía, como aliciente y respuesta de Dios a cada uno de los creyentes: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”.

¡Feliz Pascua de Resurrección!
Parroquia de Santa María de La Asunción





JUEVES SANTO DIA DEL AMOR FRATERNO










Jueves Santo. Se acerca el aparente final de una gran aventura que comenzó, aparentemente hace treinta y tres años. Un hombre humilde, en una época remota, en una sociedad, dominada por las apariencias, por falsos idealismos, por la hipocresía, (no tan distinta de la nuestra) está llegando al atardecer de su existencia.

Un hombre bueno, sencillo, claro, coherente en sus palabras y en sus actos, un hombre querido por unos, envidiado por otros, odiado por quienes inventan un dios a su medida, admirado por los sedientos de esperanza, un hombre discutido. Pero un hombre que a nadie deja indiferente.

Jesús sabe que se acerca el inevitable, y aparentemente trágico remate de la obra del Padre, del Gran Dios. Han sido más de treinta años de entrega, de sufrimientos de amistades, de predicación, ha sido una vida plenamente entregada. Plenamente entregada por AMOR. El hijo de Dios que un día se hizo hombre por AMOR está a punto de rematar su gran obra como si se tratara de un gran artista que ha de rematar su creación con un sublime broche de oro. Su vida, su gran obra ha sido una generosa entrega, de AMOR. Nos ha enseñado, a orar, nos ha enseñado el servicio, nos ha mostrado el verdadero rostro de Dios, nos ha enseñado el camino hacia la felicidad, nos ha regalado la vida de un Dios.

Al final de este día sagrado, Jesús nos enseña el servicio a los demás, se queda con nosotros en la Eucaristía e instituye el sacerdocio.

Si, todo esto es maravilloso, incluso su entrega en la cruz. Pero, que sentido tiene toda esta Historia, si dejamos en el tintero el más alto contenido que Cristo nos enseña.

Carece de sentido el servicio a los hermanos si no está impregnado de AMOR. El Calvario no tendría sentido sin la demostración de AMOR que cristo derrama sobre nosotros ¿Para qué amar a Dios, si no AMAMOS a los hermanos? ¿Para qué la Eucaristía, si no AMAMOS a Jesús en el que sufre? ¿Para qué penitencias y sacrificios, sin AMAR a quien se sienta nuestro lado? ¿Para que rimbombantes liturgias y ceremonias, si no AMAMOS como a nosotros mismos a aquellos que comparten nuestra existencia?

Lo que Cristo nos enseña en esta tarde de Pasión, no es solo lo más hermoso, también es lo más difícil, AMAR a nuestros enemigos, como el AMO a quienes le ultrajaban camino del martirio.

Si el recuerdo de esta tarde memorable, no sirve para avivar en nosotros la llama de ese AMOR que Dios nos muestra, flaco favor hacemos a aquel que por AMOR, nos regaló su vida a TODOS, sin excepciones.


Nunca olvidemos las palabras de Santa Teresa: UBI CARITAS, ET AMOR DEUS IBI EST. (Donde hay AMOR y Caridad, ahí está Dios)

Francisco López Martínez
Parroquia de San Isidro









Pedro, traidor y amigo

Me llamo Pedro, hijo de Juan; soy natural de Betsaida de Galilea, junto al lago Tiberíades. Mi nombre judío es Simón, pero desde que conocí a Jesús, Él me empezó a llamar Cefas, Pedro. Ahora todos me llaman Pedro. Entre Jesús y yo ha nacido una recia amistad. Nunca pensé que aquello pudiera llegar largo. Me lo presentó mi hermano Andrés, una mañana cuando repasábamos las redes. La verdad es que no hice demasiado caso de aquel saludo, estaba cansado de toda la noche en el lago. Ya en casa, me costaba olvidar su mirada. Tenía unos ojos muy profundos. Miraba como acariciando, como viéndote por dentro.
No sé cómo pudo ser aquello. Es cierto que cada día, después de faenar me quedaba con Él. Notaba que el Maestro me ganaba el corazón. Y llegó lo inevitable. Una mañana, mientras preparábamos las redes, se acercó a la barca y nos invitó a ir con Él. Conocéis que soy un hombre de impulsos, de corazón. Además, el tono urgente y grave de sus palabras no daba tiempo a despedirse. Subí a la barca, me puse las sandalias, recogí la túnica y empecé a caminar detrás de Él. Aquella mañana y aquel Maestro cambiaron mi vida.
He vivido momentos maravillosos con Jesús. Recuerdo aquella tarde de los panes y los peces. La gente lo seguía sin comer. Nacía el pan, como por encanto, de sus manos. Lo quisimos proclamar rey, pero no quiso. Fue muy duro al día siguiente, cuando rompía el sol en el lago. A mí no me gustaron sus palabras. Le dijo a la gente que lo buscaban porque les había dado de comer. Lo estropeó todo en un momento. Hablaba como un loco. Hablaba de pan, de pan de vida. Juro que no entendía nada. Aquella mañana lo abandonaron muchos. Os puedo asegurar que dudé de Él. Me quise marchar también, como tantos. Pero volví a mirar sus ojos y le hice promesas que no entendía.





Meses después, la noche de Pascua, nos sentamos a cenar muy temprano. Parecía que el Maestro tenía muchas cosas que decirnos. Hablaba muy despacio, muy seguro. Era claro que se estaba despidiendo. Mucho rato habló de amor, de traiciones y de promesas. Yo le juré que no le abandonaría jamás. Presentí que algo grande iba a ocurrir aquella noche. Había terminado la cena; su acento era cada vez más cálido. No lo quería ver llorar. Hablaba con el corazón. Nos miraba uno a uno, como madre que cuenta a sus hijos. Al pasar sus ojos frente a los míos, entre sollozos, nos dijo: “vosotros sois mis amigos.” No pude aguantar más. Tomé la cabeza entre mis manos y lloré largamente. Al levantarla, observé que tenía el pan en las manos. Miraba al cielo, como la mañana del pan de la vida. Entonces empecé a recordar sus palabras: “Yo soy el pan de vida; quien coma de este pan vivirá.”Lo escuché bien. No perdí palabras ni gestos suyos. Lo dijo muy despacio: “Tomad y comed que este pan es mi cuerpo.” Después, en silencio, lo puso en las manos de Juan, que lo fue pasando a todos.
Ya, en el huerto, al mirarlo supe que moriría. Nunca me lo había creído. Al fondo de sus ojos había una noche, una noche cerrada. Me asomé a ellos y sentí vértigo. Sentí miedo y temí haberme equivocado con Él. Por eso no tuve coraje de seguirlo hasta la cruz.
De nuevo en el patio del Sumo Sacerdote, otra vez los ojos, los ojos de la gente, me habían reconocido como galileo y discípulo de Jesús. Tuve que gritar muy fuerte que no conocía a mi Maestro. Quiero que entendáis mi miedo, como yo entiendo el vuestro. Quise huir, pero necesitaba verlo. Yo seguía queriendo a Jesús. Quizás más que nunca. Lloré, fuera, amargamente. Pasé al patio del sumo sacerdote, buscando los ojos de Jesús, para gritarle mi cobardía. Ya dentro, me encontré con su mirada. Sabía que me seguía queriendo. Nunca nadie me había amado así. No pude dormir aquella noche. Más tarde supe que Judas se había ahorcado.
Ya me conocéis un poco. Me llamo Pedro. Sigo siendo amigo de Jesús. Nuestra amistad es más fuerte que la traición. Sigo sin olvidar sus ojos.

Parroquia de San Roque.










LA SEMANA SANTA









La Semana Santa, es una de las festividades más auténticas, emotivas y con más siglos de historia que se celebra en España.
Las calles de la gran mayoría de ciudades y pueblos se convierten en escenarios de fervor y devoción religiosa en la que se entremezcla el duelo y el recogimiento al recordar la muerte de Cristo, con la música, el arte, el colorido y la magia de las procesiones, desfiles solemnes en las que numerosas personas acompañan a las imágenes religiosas.
Estas celebraciones tienen sus propias características en cada pueblo y ciudad. Esta festividad además de estar enraizada en el imaginario popular desde hace siglos, está muy vinculada con el arte. Lo demuestra por ejemplo, las numerosas imágenes religiosas, de Jesucristo y la virgen. Iconos tallados con realismo y maestría por escultores como Juan de Juni, Pedro Berrugette, Salzillo, gil de Siloé…
Estas obras de arte religioso español, muchas de ellas con más de cinco siglos de antigüedad, salen a la calle para ser contempladas por miles de personas que las admiran con devoción y respeto.
Van montadas sobre los llamados tronos. Estos están compuestos de una gran peana de madera u orfebrería. Una mesa donde reposa la peana y unos trasversales o varales sirviendo para transportar al hombro los tronos durante el recorrido. Algunos de estos tronos pesan más de cinco toneladas y son portados por más de 200 personas.
Generalmente cada cofradía posee dos tronos. Uno de Cristo, que puede representar un crucificado, Nazareno u escena de la pasión y un segundo trono con una imagen de la Virgen, que como símbolo de realeza se engalana con corona, manto flores y bajo palio. Los vestidos y palio de Virgen son elaborados en talleres especiales que se dedican a bordados artísticos de oro al realce.
Otro de los elementos que caracteriza a la Semana Santa es la preciosidad de adorno natural. La flor como manifestación palpable de la devoción de los fieles. Todas las flores son naturales lo que, lógicamente conlleva una serie de condicionantes a la hora de elegir la más adecuada para cada paso. Aparte del color, debe tenerse en cuenta su aguante fuera del agua.
La última de las artes es la saeta, que es una oración en forma de cante flamenco que se lanza en alto a un Cristo o a una Virgen.
La música en las procesiones es uno de los elementos fundamentales del acompañamiento de las imágenes. Numerosas son las marchas de procesión compuestas por escogidos maestros.
La semana santa no puede reducirse a un mero recuerdo, ya que es la consideración del misterio de Jesús. No debemos olvidar que hay hombres y mujeres con la cruz de Cristo en sus vidas y en sus obras.
La Semana Santa, ha de ser una ocasión de profundizar en la hondura del Amor de Dios para poder así, con la palabra y con las obras mostrarlo a los hombres.

HH. DE ANCIANOS DESAMPARADOS
RESIDENCIA SAN JOSE








125 AÑOS DE PASION Y COMPASION











2009 nos adentra a las RR. Esclavas de María Inmaculada en un acontecimiento significativo para la vida de nuestra Congregación: celebramos 125 años de vida, 125 años recorridos tras las huellas de la Madre Juana María Condesa Lluch, nuestra Fundadora. Acontecimiento que queremos vivir con el lema: Evangelizando hacemos historia. Evangelizando: transmitiendo la Buena Noticia del amor de Dios hacia toda la humanidad; hacemos historia: caminamos con los hombres y mujeres de nuestro mundo, nos solidarizamos con ellos, con sus fatigas y alegrías, con sus gozos y tristezas, con sus cansancios y esperanzas...
La proximidad de la vivencia cristiana de la Semana Santa nos conduce a adentrarnos en el camino recorrido por la Madre Juana María, que hizo de su vida un camino de compasión desde la lectura de la vida y pasión de Cristo. Juana María fue una mujer profundamente enamorada de Jesús de Nazaret; una mujer que hizo de su vida un camino de Evangelio, de anuncio de la Buena Noticia a las mujeres obreras. Sus ojos tuvieron una mirada unidireccional hacia Dios, sintiendo verdadera ‘pasión’ por Jesús, hasta el punto de querer vivir como El, pendiente de la vida de los demás, de aquellos que necesitaran de ella... y esa ‘pasión’ la llevó a apasionarse por las obreras, de tal modo que fueron las ‘niñas’ de sus ojos.
Pasión y compasión en Juana María estaban estrechamente unidas, hasta el punto de hacer de su vida una entrega generosa, para que otras (las obreras) tuvieran vida. Fue una fiel imitadora de Cristo, que en la Cruz se entregó por nosotros, dando la vida para que nosotros tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10). Juana María gastó y desgastó su vida por las obreras en quienes supo descubrir el rostro de Dios que clamaba en medio del dolor y la injusticia; las obreras le mostraron el rostro de la marginación, la explotación, la injusticia, la soledad, el abandono... el rostro de Cristo sufriente en la Cruz de cada día.
Mirar a Cristo, contemplar los pasajes evangélicos de su Pasión, condujo a Juana María a vivir la compasión hacia las obreras, haciendo suyos los sufrimientos de cada una de ellas y buscando una solución a sus problemas... Contemplar la Pasión de Cristo para Juana María fue una llamada a paliar el sufrimiento de las mujeres que intentaban ganarse su pan y el de sus familias, de las mujeres que querían vivir dignamente, de las mujeres que trabajaban en condiciones injustas... Contemplar la Pasión de Cristo para Juana María fue una invitación a evitar ‘pasiones’ innecesarias, de ahí que hiciera de su camino una historia de compasión, desde la vivencia del Evangelio, desde el anuncio de la Buena Noticia, no sólo con palabras sino con hechos concretos: la entrega, el servicio, la acogida, la cercanía, el acompañamiento, la escucha, la solidaridad, el amor incondicional...
Desde aquel 1884 lejano en el tiempo, cercano en el recuerdo, hasta hoy, 2009, las RR. Esclavas de María hemos querido escribir, siguiendo las huellas de Juana María, una historia de Pasión y Compasión, viviendo desde el amor a Cristo, Crucificado y Resucitado, desde la pasión por el Reino de Dios, nuestro amor hacia quienes cada día comparten el camino de su vida con nosotras, nuestra compasión hacia quienes sufren por cualquier causa...
Pasión y compasión son la invitación a cambiar la historia oprimida de quienes se acercan a nosotras por una historia de libertad.
Pasión y compasión son la historia de quienes se entregan para que otros tengan vida, siguiendo a Cristo, son la historia de Juana María Condesa Lluch.

RR. Esclavas de María


Desde el Colegio Episcopal ....

tenemos la intención de sacar a la luz, por fidelidad histórica y por agradecimiento a las personas que la impulsaron, los orígenes de esta Cofradía.
El año pasado dimos a conocer su acta fundacional. Un acta que podríamos resumir en:


“Con el deseo de fomentar e intensificar la piedad Mariana en esta ciudad de Almansa, alumnos y ex-alumnos del Colegio Episcopal Corazón de Jesús dirigido por la Obra Misionera de Jesús de Sacerdote…manifestaron unánimemente el deseo de establecer en torno a la Virgen de los Dolores una Cofradía pasionaria. (Almansa, trece de abril de mil novecientos sesenta)”





Este año vamos a publicar el acta perteneciente a la Semana Santa de 1961.


“En este año se han producido algunos cambios de orden interno en la Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores.
1º.- El Hermano Mayor, D. Francisco Romero Baus, ha presentado su dimisión, que le ha sido aceptada; pero permaneciendo adicto y colaborador de la Cofradía.
2º.- Ha sido nombrado por unanimidad Hermano Mayor, D. José Torre Vázquez, que aceptó el cargo.
3º.- Se nombró Vice-Hermano Mayor a D. Ángel Sierra, nuevo cofrade.
4º.- Nuevos Cofrades.
- Don Esteban Alarcón Torres - Don Antonio Olaya Ruano
- Don Vicente Tomás Delicado - Don Pascual Veliz Bernal
- Don Herminio Coloma Ruiz


JUNTA RECTORA DE LA COFRADÍA DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES

Hermano Mayor: D. José Torre Vázquez
Vice-Hermanos Mayores: D. Ángel Sierra Olmos (De alumnos)
D. Antonio Navarro Guijón (De ex-alumnos)
Secretario: D. Primitivo Olaya Ruano
Tesorero: El Colegio Episcopal (que ha concurrido con los gastos)
Celador: Desierto.
Abanderado: D. Manuel García Valiente… y en su ausencia
D. Herminio Coloma Ruiz
Vocal: Desierto.


Si en el año de su fundación (1960) contabilizábamos quince cofrades, en este año 1961, y según las actas, hemos contabilizado diecinueve: seis altas cuyos nombres hemos publicado en este escrito y, suponemos, dos bajas, la del tesorero José Luís Sánchez Honrado y del vocal Agustín Cortés Molina, que no figuran en la relación de cofrades de este año.

Ramón Rodríguez López

Director Colegio Episcopal









SEMANA SANTA 2009, EN ALMANSA







Estoy seguro que cada Almanseño, vamos a vivir un año mas, ésta Semana Exclusiva, celebrada en todo el Mundo; desde dentro de nosotros hacia fuera y también desde fuera hacia dentro, para recordarnos nuevamente, la Vida, Muerte y Resurrección, de Jesús de Nazaret, hace2009 años.


Almansa, en su Camino, Verdad y Vida de su Historia, vivirá a partir de la Cuaresma
Recuerdo muy especial, que llegará a la Semana Santa, de cada almanseño, con el recuerdo de seres queridos, de enfermos, de discapacitados , dependientes, los que están solos, los necesitados, los parados y los que viven en definitiva momentos muy difíciles personalmente. Así, sin duda, niños, adultos y mayores recordarán que Jesús de
Nazaret, sufrió en su Semana Santa Personal, pagó con su vida, después de hablar claro, hacer sólo obras buenas, y establecer la Eucaristía y el Amor fraterno.

Desde el primer año de la era Cristiana, hasta nuestros días, se mantiene viva la llama de la luz en todo el Mundo, y entretanto; en su nombre han dado, dan y darán miles de
Personas en las Misiones por todo el Mundo, y en todos los Continentes ejemplos de Amor que pagan con sus propias vidas, para ofrecerlas como continuadores y mártires de la Semana Santa Primera de Jerusalén.

Almansa, los almanseños, por sus familias, por sus Parroquias, por sus Asociaciones de
La Virgen y de los Pastores, y por sus cofradías; expresan en nuestras vidas dentro y fuera de las Iglesias, todos los Actos que un año mas, LA AGRUPACIÓN INTERPARROQUIAL DE SEMANA SANTA, establece para resaltar esta Especial y Exclusiva Semana Santa en esta año.

Especialmente, en estos días, en los actos dentro de las Parroquias, y en nuestras Procesiones, nos daremos cuenta de nuestra verdad, reflexionando sobre las veces que nos consideramos Dioses, y resulta que no tenemos la capacidad para saber si viviremos al día siguiente.

Por último, en toda nuestra larga Historia, Almansa fue Humanista y cristiana, y creeré siempre, que todo seguirá igual en los tiempos futuros. Así, tengo la confianza en Nuestra Patrona la Santísima Virgen de Belén y en nuestro Compatrono, San Francisco de Asís.


Pedro García Cano
Miembro de la Agrupación Interparroquial Semana Santa






PROCESIÓN DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE



Con la llegada de la primavera, el aire semanasantero penetra por puertas y ventanas e inciensa el corazón de los almanseños. Es el milagro anual que los almanseños recogen en su corazón para verterlo en amor, en ríos de tulipas, llenas de luz y fervor hacia Cristo.

Almansa, tierra seca, dura, áspera y fuerte, aguarda con júbilo la Semana Santa.

Un año más, desfiles y procesiones lucirán con esplendor y aclamación general, despertando en las generaciones nuevas el amor a sus tradiciones, porque la tradición de los pueblos es su historia y es su vida.

En la mañana del Viernes Santo y una vez finalizados los oficios en el convento de los Franciscanos, da comienzo una de las procesiones mas significativas de la Semana Santa almanseña.

La bella escultura del “Cristo de la Buena Muerte”, a hombros de un nutrido número de costaleros, procesiona por las altas y empinadas calles que circundan el casco viejo de la ciudad. Un silencio respetuoso, se produce durante todo el recorrido de la procesión, donde nazarenos anónimos, pasan ordenadamente con actitud reservada y penitencial.

La multitud, sigilosa y expectante, acompaña a este Cristo cosido a la Cruz, en un acto sublime y estremecedor. Y es aquí, donde la Hermandad de sus nazarenos interpreta y explica como es el recogimiento que se debe tener ante Dios.

En esta mañana primaveral, con respeto y devoción, va desfilando en procesión la imagen de un Dios agonizando. Y en su recorrido, calla el pueblo, y calla también tu Castillo con su referendo de siglos, y silentes quedan también la Plaza de la Asunción y el manantial de la “fuente de los patos”, porque es la hora en que todas las esencias de ésta vieja y noble ciudad almanseña, se aunan para acompañarlo en un profundo silencio y recogimiento.

Y hoy, a la altura de otro año celebrado, un gentío inmenso seguirá tus pasos por esas calles que son sendas espigadas por donde el pueblo se mece cada día, y seguirán tu mirada para captar como penetra y se mezcla con el perfil barroco de la arquitectura que la circunda.

Yo comprendo muy bien el fervor concentrado y el amor delirante de este pueblo y de esta Hermandad por su Cristo, porque es un Cristo almanseño, porque en él, se refleja un hombre de este pueblo, como para indicar que al pueblo le corresponde su misión, y quizás por eso, frente a otros pueblos más desbordadores, más exaltados, más enajenados, Almansa mantiene su serenidad de ancestral señorío. Almansa es un pueblo que vibra hacia adentro en una especie de laconismo misterioso.


Almansa es un pueblo que no entrega fácilmente su secreto, sino que hay que vivirlo, sentirlo, aquí dentro, entre sus calles, con sus casas de solera inigualable, con gentes que añaden a la generosidad y a una hospitalidad sagrada, la sencillez, el garbo y la elegancia que le dan un señorío ancestral y una cultura poco corriente en pueblos de su categoría.

El almanseño es ante todo de empaque y talante sereno y reflexivo, yo diría que, igual que en vuestro Cristo, en los almanseños la procesión va por dentro.

Y en éste largo, hermoso y emotivo recorrido procesional, yo he visto como el pueblo se convierte en una cascada de oración, acordonando el venir del “Cristo de la Buena Muerte” en oleadas, como versos largos, largos…

Versos, que hoy quiero dedicar a este Cristo que tiene la gran nobleza y el gran misterio de aparecer flagelado y al mismo tiempo incólume. Un Cristo que mira al cielo en súplica al Padre; pero sus ojos, miran también al espectador, a cualquier hombre, así mismo, es decir, se autocontempla con sencilla, reflexiva y elegante mirada de reo consciente, comprensivo y perdonador.


“AL CRISTO DE LA BUENA MUERTE”

Clavado en el madero desangrado;
con un sudor viscoso de agonía
que se pega a la piel y allí se enfría;
batiendo el pecho un corazón cansado.

Los ojos vueltos hacia el Padre Amado
turbios luceros en la noche fría,
presagio de tiniebla en pleno día
como un cristal borroso y empañado.

En trono de madera, la escultura
eclipsa de la gente su mirada
y el mismo el sol, refleja su figura.

Almansa, hoy se siente apenada,
y un suspiro inmenso de ternura
se escapa de su alma enamorada.



Alfonso Hernández Cutillas
Almansa. Semana Santa. 2009


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